El trabajo de la segunda oportunidad, por Asun Martínez

Desde que conocí APAEX en las Jornadas de la UMH en 2007, he mantenido una relación que ha cambiado mi vida, no solo a nivel profesional sino también personal. Poco a poco he ido colaborando con la misma, con las personas y profesionales que en ella están. Nuestra sociedad se basa en estereotipos, muchas veces infundados, puesto que el ámbito de las adicciones no conlleva una intención de hacer daño a la persona o a las que le rodean, sino que es y debe de ser visto como una enfermedad, latente en algunas personas, y resultante de muchos factores que llevan a determinadas personas a meterse en el mundo del consumo.

Una de las cosas que más me sorprendió desde que comencé mi curso de voluntariado, y que todavía me sigue sorprendiendo de las personas con las que mantengo contacto en la asociación, son sus ganas de vivir, de renovarse, de aprender de sus errores, crecer como personas, trabajarse una segunda oportunidad, el apoyo familiar, el sufrimiento por el que han pasado, y sobre todo, “renacer de sus cenizas convertidos en nuevas personas”.

No resulta fácil, después de varios años y tantas experiencias compartidas y vividas en la asociación, resumirla en pocas palabras. Sin embargo, sí debo de destacar que he vivido muchas experiencias vitales con estas personas. He escuchado y compartido sus miedos, alegrías, momentos de ocio, actividades, talleres, charlas, unión familiar… fuera de lo que las personas suelen pensar, estas personas se muestran muy agradecidas por la ayuda, apoyo y tiempo dedicado. Una de las cosas que se me quedó grabada en una de las muchas jornadas de APAEX a las que he asistido, es una frase que dijo uno de los ponentes, quien había tenido problemas de conductas adictivas: “la adicción es una enfermedad similar a una bombilla que está en tu cabeza, cuando consigues controlarla y convivir sin consumo, esta bombilla se apaga, sin embargo, no está rota, sigue estando ahí, y en una recaída, en cualquier momento, puede volver a encenderse y activarse ese craving o deseo de consumo”.

Es por eso por lo que estas personas requieren de apoyo, comprensión, empatía y sobre todo, muchas ganas de vivir. En resumen, APAEX signica para mí mucho más que una oportunidad de hacer voluntariado y ayudar a los demás, se ha convertido en una segunda casa con una gran familia que se apoya, se escucha y se construye a sí misma.