Gemma Prieto en su charla.

La primera ponencia de este año la incia Gemma Prieto, doctorando de la Universidad de Murcia en el área de medicina legal y forense. Pero, ¿Qué hace una forense hablando de problemas de vivos? En sus propias palabras “La muerte tiene relación con la vida” y ella tiene interés por saber cómo alguien “llega a la mesa de autopsias” donde ella trabaja.

Su charla comienza con un sencillo “¿Quiénes somos?” Gemma da varias opciones: nuestro cerebro, nuestras decisiones, etc. Pero ninguna es correcta, sino que “nosotros somos nosotros, el conjunto de nuestro cuerpo, percepciones e interacciones con nuestro entorno”.

Prieto contempla esta primera ponencia como una introducción que nos ayude a entender el resto de ponencias. Explica cómo evolucionamos. Cómo nuestro cerebro es grande (pesa 1,2 kg de media), pero no es el tamaño lo que importa, ya que las ballenas tienen un cerebro de 7 kg y no son tan inteligentes. La clave, según la ponente, es el desarrollo de nuestra corteza cerebral, única en el reino animal.

Para explicar cómo llegamos a esto, Prieto explicó brevemente el desarrollo cerebral en las diferentes etapas de la vida. Explica cómo sólo en cien días, la zona anterior del cerebro ya está prácticamente formada. En el segundo trimestre, se forma la parte más importante, la corteza y el cerebro llega ya a los 350 gramos.

Tras el nacimiento y hasta los tres años aproximadamente, viene el momento donde más rápido aprendemos (a hablar, el lenguaje, las ideas, etc). Hasta los diez años, vamos desarrollando y puliendo elementos como el lenguaje, de lo más importante en la psique humana. Señala que las fases no “van separadas”, sino que se solapan entre sí y nucna es definitivo cuándo empieza una y acaba otra.

En la adolescencia, aparecen las hormonas, que estimulan la hipófisis, desarrollando el cerebro espectacularmente, fomentando el crecimiento de la corteza prefrontal. Esa es la razón de que se tomen tantas “malas decisiones” en la adolescencia, pues es necesario el equilibrio entre núcleo cerebral, la amígdala y la corteza prefrontal. El exceso de desarrollo en esta etapa de la corteza prefrontal hace que la percepción de coste-beneficio de una decisión sea “ilógica” para el ya equilibrado cerebro adulto.

Gemma Prieto en su presentación.

Ya de adulto, el desarrollo en cada una de las etapas determina nuestras capacidades en gran medida. Si desarrollamos más un hemisferio cerebral que otro actuaremos mejor en unas situaciones o en otras, ya que un hemisferio se ocupa de la “reflexión” y otra parte del “sentimiento”, y otra de la “percepción”, etc.

Y ya en el desarrollo incluyen muchos elementos, desde la genética y la epigenética (de la que se habló más adelante en otra charla) a la educación, la alimentación, etc.

Así, según Gemma Prieto, la etapa más crítica es la adolescencia, ya que es donde las neuronas crean las conexiones más vitales y más afectan factores ambientales al desarrollo. La médico legal ofrece varias situaciones de riesgo que pueden afectar negativamente al desarrollo cerebral en esta etapa: la alimentación (crucial una gran cantidad de hierro y proteínas), el ambiente, las privaciones psicosociales (donde el amor y el cariño de los padres son claves para el desarrollo. La falta de dopamina, creada por relaciones de afecto, reduce el desarrollo de sustancia blanca cerebral), el maltrato (el estrés genera una sobreexcitación que da graves problemas de memorización) y la pobreza.

No todo es malo. Hay factores de protección, según Prieto, que favorecen un buen desarrollo cerebral, básicamente los contrarios a los anteriores: referentes familiares buenos, educación alimentaria, desarrollo de habilidades, un entorno seguro, gente de su edad para mejorar relaciones sociales y un buen autoconcepto propio.

Según Gemma Prieto, los factores de prevención no hay que darlos en la adolescencia, sino ya desde una edad tan temprana como los seis años, debido a que en la etapa adolescente existe demasiada confusión como para asegurar que el niño “hará caso” de los consejos si no han sido asimilados con anterioridad. Así, Prieto recomienda dar talleres familiares antes de que el niño cumpla seis años sobre educación alimentaria, mejora de relaciones sociales y familiares, talleres de aprender a mantener una discusión razonada y de reducción de estrés.

Blanca García Torres en su ponencia.

A continuación, la siguiente ponencia, que trata del Síndrome Alcohólico Fetal, fue conducida por Blanca García Torres, neuropsicóloga de la consejería de sanidad de la Región de Murcia. El síndrome alcohólico fetal, también conocido por sus siglas SAF, es una de las enfermedades más desconocidas que afectan al crecimiento neuronal y físico del feto, aunque irónicamente es la más fácil de prevenir: no beber alcohol durante el embarazo.

Blanca comenzó su ponencia con una sencilla pregunta “¿Cuántas mujeres embarazadas creéis que beben?” Aunque para la mayoría, la respuesta es que pocas o ninguna, ya que en la sociedad está normalizado que una mujer no beba embarazada, lo cierto es que cinco de cada quince mujeres beben durante el embarazo. Sin embargo, esto en muchas ocasiones no es a propósito. El 50% de los embarazos no son planificados, y hasta que la futura madre no descubre su estado, lleva una vida normal, incluido el consumo prenatal. Teniendo en cuenta que el 52% de las mujeres españolas beben alcohol alguna vez cada dos semanas, esto es una ratio con cierto peligro para la aparición del SAF. En España se calcula que dos de cada mil niños sufren SAF, lo sepan o no.

Estos niños suelen tener elementos que los descubren como SAF: labio superior muy fino, inexistencia de surco nasolabial entre labios y nariz, cráneo de menor tamaño los primeros años de vida, etc. Sin embargo, en ocasiones estos síntomas externos no son muy evidentes. Lo que sí es evidente son las consecuencias en los niños.

Los niños aquejados de SAF suelen tener grandes problemas debido a su desarrollo cerebral, especialmente dificultad para el pensamiento abstracto. Esto suele dar elementos como incapacidad de predecir el futuro, lo que implica en su adultez poca capacidad para juzgar adecuadamente riesgos y ventajas, mantenimiento del dinero e incapacidad de ahorro, etc. También presentan un fuerte déficit de atención, que puede ocasionar incapacidad para entender cosas relativamente sencillas porque no pueden seguir el hilo de una conversación. Tienen problemas con el control de impulsos, y tienden a extremos: pueden ser muy cariñosos y alegres y repentinamente ser muy agresivos o llegar a rabietas sin ninguna causa lógica aparente. Al tener cierto retraso mental por estos hechos, suelen congeniar mejor con niños de menor edad.

Todos estos elemento causan en el niño una muy baja tolerancia a la frustración, debido a que no llegan jamás a un nivel similar a los otros niños de su edad. Para compensarlo, suelen mentir con frecuencia (“lo entiendo”, “sé hacerlo” o similares frases son frecuentes) por vergüenza. Otro elemento peligroso es que, una vez llegados a la adolescencia, son muy proclives a las adicciones de todo tipo, ya sea por causas biológicas (su cuerpo se habituó al alcohol en el feto) o psicológicas (falta de autocontrol).

García Torres acabó recordando que pese a los grandes efectos que produce el SAF, es de los trastornos más sencillos de prevenir, y recordando que aunque ya sea demasiado tarde para evitar la ingesta de alcohol en las madres, una detección desde el nacimiento puede disminuir en gran medida los efectos con un tratamiento de estimulación adecuado.

Claudia Boix (a la izquierda) durante su presentación.

Claudia Boix, doctora en medicina interna del hospital de San Juan e investigadora del CSIC, ofreció en la siguiente conferencia las claves cerebrales de la adicción. ¿Por qué una persona se vuelve adicta? ¿Cómo cambia su cerebro?

Para ello, la doctora escogió a dos alumnos entre el público y les dio un pasado “ficticio” con el cual podemos ver cómo se llega a la adicción. En un caso uno de ellos era un solteros joven con nivel adquisitivo medio-bajo y aficionado al fútbol. En el otro caso, una ejecutiva de una empresa, madre y triunfadora, con nivel económico alto.

En primer lugar, hay muchos elementos a tener en cuenta. Factores genéticos, ambientales, orgánicos, psicológicos… Sin embargo, lo primario es probar la sustancia. No importa la predisposición siempre y cuando no haya contacto con la sustancia, lo cual es importante y se olvida muchas veces. En ocasiones, sin tener predisposiciones se puede caer en una adicción por el abuso de sustancias, con lo que la doctora Boix es clara: el factor determinante e inicial es el consumo, si bien simplemente probar el alcohol no lo hace a uno adicto, sino que es necesario un factor de riesgo.

Estos factores de riesgo pueden ser psicológicos: un desamor, problemas familiares, depresión, etc. Pero también físicos, como una predisposición genética. No hay consenso en cuanto al efecto que producen los genes en la mayoría de casos de alcoholismo y otras adicciones, algunos estudios macan un 70%, mientras otros dan una cifra mucho más conservadora del 30%. Sin embargo, conocemos algunos elementos genéticos fundamentales. Por ejemplo, los asiáticos carecen de una enzima que asimila el alcohol. Carecer de esa enzima los hace muy resistentes a la adicción y, pese al gran consumo de alcohol en los países orientales, hay mucho menos alcoholismo.

Sin embargo, el elemento crítico en la adicción, dentro del mundo cerebral, es la dopamina. Esta sustancia es la que hace que nos sintamos bien y felices. Una persona feliz tiene muchos focos de dopamina en el cerebro. Sin embargo, según la Doctora Boix, los cambios cerebrales en el adicto, hace que su cerebro se modifique para únicamente conseguir dopamina por una vía, y esto genera la adicción.

Pero, ¿cómo se llega a esto? Generalmente el pre-adicto consigue una gran satisfacción bebiendo en un determinado momento y comienza a hacerlo habitual. En este momento el cerebro se modifica para adaptarse a esa nueva situación. Ahí se hacen dependientes.

Luego la cosa va a peor debido a la tolerancia. La tolerancia hace que cada vez el adicto necesite más sustancia para conseguir el mismo efecto que con la anterior dosis. Esto hace que la principal actividad del adicto consista finalmente en adquirir alcohol. Los adictos pierden su personalidad original. Se vuelven manipuladores y agresivos para conseguir la sustancia. Las aficiones comienzan a desaparecer porque no pueden competir con la adicción. Se acaban perdiendo las relaciones sentimentales porque no dan la misma satisfacción que el alcohol. En estos momentos el adicto comienza a esconderse para beber, pues sus seres queridos y conocidos comienzan a darse cuenta de que lo que hace el adicto no es normal. El adicto pide ayuda sólo cuando se da cuenta de que el alcohol no puede darte todos los focos de dopamina que necesita, pues también son necesarias otras cosas en la vida. Sin embargo, el cambio cerebral que ha quedado es irreversible. Caer de nuevo en la adicción es inevitable si se prueba la sustancia de nuevo y pueden adquirir otras adicciones sustitutivas, incluso sin sustancias, como el juego.

El tratamiento pues, no pasa sólo por la farmacología, sino por tratamiento cognitivo-conductual que le haga eliminar la dependencia y buscar formas sanas de tener la dopamina. Así pues, la doctora Boix deja un mensaje positivo. “Siempre se puede salir”.

Nacho González en su presentación.

En la siguiente ponencia Nacho González, psicólogo de la UCA de Villena (Unidad de Conductas Adictivas) contó cómo se actúa en su UCA. Comenzó su charla incidiendo en que él no iba a centrarse tanto en la parte biologicista, como el resto de conferenciantes, sino en la forma de actuar y el sistema clínico que usan. Según González, usan un sistema poco convencional, pero muy efectivo gracias a la libertad de acción que se le da en la UCA. Su tratamiento se basa en el funcionamiento del córtex ventromedial. Ésta zona del córtex es el encargado de mediar entre emoción y razón, y para él esto es clave.

https://youtu.be/V4qvRI67_oE
Uno de los vídeos que Nacho González que usó en su charla.

Puso como ejemplo la diferencia entre el hundimiento del Titanic, donde la evacuación fue bastante ordenada, y el hundimiento unos años más tarde de Lusitania, donde la evacuación fue un caos absoluto. La razón fue que en el Titanic se usó “la razón” y en el Lusitania “la emoción”. Esto se debió que el hundimiento del Titanic duró casi dos horas, y el del Lusitania veinte minutos. “El tiempo es clave para llegar a la razón”, afirma González. Por lo tanto él, en su tratamiento, evita dar soluciones o pautas rápido, cuando todavía la emoción es fuerte en el cerebro. Su tratamiento suele ser dándose tiempo, evitando prisas y siempre con compasión. Pero compasión entendida como “acompañar” al paciente, pero no “hacerle la pelota” todo el rato.

https://youtu.be/40mbsKBSWwY
Vídeo sobre la zona de confort que puso Nacho González durante su presentación.

Uno de los elementos más característicos de su sistema de tratamiento es el uso de dibujos. Según Nacho González, el dibujo se queda mejor que otras cosas. Un ejemplo de dibujo que suele hacer es “la bici”. “A mis pacientes”, dice Nacho, “suelo dibujarles una bici. Le digo que nosotros le ponemos unos pedales chulos, luces, le arreglamos pinchazos y todo. Pero es el paciente el que debe pedalear. Es el paciente el que tiene que tener responsabilidad sobre sí mismo”.

https://youtu.be/WteT3ztf-wY
Vídeo de Álex Rovira que se puso durante la conferencia de Nacho González.

Otro sistema que utiliza mucho son las historias de dolor. Según González, “todos tenemos historias de dolor” que debemos sacar, y especialmente en casos de adicción, no sólo porque puedan aportar indicios o ayudas para el tratamiento, sino simplemente por el hecho de que soltar historias dolorosas es bueno.

Bartolomé Pérez Gálvez en su presentación.
Bartolomé Pérez Gálvez en su presentación.

Al día siguiente, para cerrar las ponencias, se creó una mesa redonda donde los ponentes Bartolomé Pérez Gálvez, psiquiatra de la unidad de alcohología del hospital de San Juan, y Nicolás Condés Balboa, coordinador de programas de Proyecto Hombre, hablaron cada uno de sus respectivos conocimientos.

En primer lugar, Pérez Gálvez planteó una posibilidad ¿Es factible recuperar las modificaciones que produce el alcohol en el cerebro? Para ello, primero explicó el que a su parecer es la zona más importante a la hora de investigar el efecto del alcohol: el lóbulo frontal, la parte reflexiva del cerebro, a diferencia del sistema límbico, que es la parte impulsiva. Según Gálvez, no se trata más la corteza prefrontal porque “no existen medicamentos” y por tanto, se abandona. Sin embargo, afirma que es una zona que debe estimularse para poder ser reparada. De hecho, afirma que medicar el sistema límbico para reducir la impulsividad es en ocasiones “una barbaridad” y lo que debe hacerse es estimular la cortea prefrontal.

Bartolomé, pues, enseñó en la charla las partes de la corteza prefrontal para conocerlas: la zona dorsolateral, que se encarga de reflexiones complejas como resolución de problemas, la zona orbitofrontal, que determina la conducta, y la corteza ventromedial, que se ocupa de la motivación. Esta última tiene su interés, pues cree que en ocasiones se trata injustamente a los pacientes que “no tienen voluntad” o “reacaen”, afirmando que en realidad ellos no pueden evitarlo, pues su cerebro está modificado.

Sin embargo, insiste “no todos los adictos son iguales” y el tratamiento no debe ser nunca homogéneo para todo el mundo. Para él, la edad clave es la adolescencia, donde hay predominio del sistema límbico, impulsivo. Si se toman sustancias y malos hábitos en esa edad, luego el cerebro no crece como debe y finalmente a la edad adulta es fácil que caigan en adicciones. De hecho, Gálvez no recomienda beber “hasta los 22 o 25 años” para asegurarse de un crecimiento adecuado.

Sin embargo, insiste. Las neuronas “no mueren” por el alcohol, sólo se quedan debilitadas y sin conexiones entre ellas. A esto lo llama “poda neuronal”. Lo importante, según Gálvez es rehacer las conexiones, estimular esa regeneración, y para ello ya hay sistemas. Primero debemos conocer el nivel de daño del sistema prefrontal cerebral. Para ello usa “la baraja Iowa”, un juego de cartas que ayuda a determinar la impulsividad de un adicto mediante un sistema de recompensas y castigos.

Gálvez recomienda el uso de electroestimulación (no confundir con electroshock) para ayudar a regenerar las conexiones neuronales de axones y dendritas. Para ello, usa el instrumento creado por Michael Nich, con el que se envía una corriente eléctrica de dos miniamperios del cual solo el 50% llega al cerebro y que no tiene efectos adversos. La doctora Palacios, médico brasileña, está comenzando a usar este sistema en la vía de tratamiento y consiguiendo un éxito del 50% en pacientes con riesgo de recaída. Gálvez considera que es una oportunidad importante para desarrollar la plasticidad neuronal. Pérez Gálvez acabó su charla con dos reflexiones: “Los medicamentos aún no prometen nada, pero la neuroestimulación sí”, pero sobre todo que “pensar que el único problema es la sustancia es un error”, también el cerebro es importante. 

Nicolás Condes y Bartolomé Pérez Gálvez en la mesa redonda junto a la presentadora, Noemí, Riquelme.

En el turno de Nicolás Condes se habló de los sistemas prácticos se usa en Proyecto Hombre teniendo en cuenta estas dificultades neurológicas descritas en las charlas anteriores. Según Condes, cada adicto es un mundo sin embargo hay una serie de elementos comunes que todos los adictos tienen, y ahí hay que centrar los esfuerzos.

Hay momentos en los que el tratamiento no funciona y entonces, según Nicolás, uno se pregunta “¿Qué hemos hecho que no ha funcionado?”. En ocasiones esto n oes culpa de nadie más que del deterioro cognitivo de un adicto. No importa el esfuerzo puesto, si el cerebro está predispuesto a recaer recaerá, y hay que tener eso en cuenta.

Proyecto Hombre cuenta con una sección de tratamiento residencial, cuyos afectados son en los que más se debe incidir en los tratamientos adecuados. El tiempo que permanecen en residencia, según Nicolás Condes es demasiado corto, pues suelen ser gente con trastornos graves que vienen de UCAs y similares, que están motivadas un tiempo muy breve y abandonan. Proyecto Hombre revisó maneras de intervenir y las dividió en dos: personas con más deterioro cognitivo y personas más “normales”, que llevarían un tratamiento más normal.

Las líneas de intervención de estas personas con gran deterioro cognitivo pasan por tres elementos: elemento conductual (elementos del comportamiento que les hace ser inadaptados), cognitivo (entrenar el cerebro para hacerlo más racional) y emocional (control de impulsos y del sistema límbico).

Esas intervenciones específicas deben hacerse al nivel de lo cotidiano, realizando una especie de “tabla de ejercicios” para cada paciente. En ellas se realizan actividades como talleres de autoestima, habilidades sociales, estimulación eléctrica, lecturas, etc. Según Nicolás Condes, simplemente “un entrenamiento, pero para muscular el cerebro”.

Como ejemplo de estas actividades, Condés enseñó un sistema para mejorar el sentido visoespacial, que era hacer que los residentes dibujaran planos y mapas del centro.

Otro elemento importante es poner límites acordados entre el terapeuta y el afectado. Esos límites son variables según la evolución del adicto. Lo más común es realizar horarios donde se diga una disciplina diaria: hora de levantarse, hora de acostarse, hora de comer, etc. En casos más graves, deben incluirse elementos como higiene personal, tareas domésticas, responsabilidades diarias, etc. Todo esto se complemente con una serie de objetivos a corto y medio plazo para ayudar a mantener un ánimo e ilusión y además conseguir una mejora paso a paso.